Galicia es una de las comunidades con un mayor número de pueblos deshabitados, alrededor de los 1.300, según datos del INE, lo que supone un cuatro por ciento del total de núcleos, sobre 30.000. Pero si contabilizamos las aldeas de entre uno y cinco habitantes, la cifra se dispara hasta cerca de 5.700, lo supone un 19% del total. Se estima que cada año son abandonados una treintena de núcleos. Por eso adquiere especial relevancia que en una aldea de A Pobra do Brollón, en el sur de la provincia, cerca de Monforte de Lemos, se haya registrado un natalicio después de cincuenta años de sequí demográfica.
En el pueblo de Domiz, cerca de la capital municipal de A Pobra de Brollón, según reportaje que publica el diario El Progreso, tan sólo dos de la veintena de casas existentes están ocupadas, con lo cual el futuro del núcleo no era nada alentador, si bien el panorama cambió desde que el pasado día 17 de febrero nació Sara Camino Pol, que aparece en la foto de Toño Parga con sus padres, Miseno Camino López y Carmen Pol Pardo.
La llegada de Sara abre el camino para que Domiz deje atrás su pasado y aunque tan sólo hay una persona más en el pueblo, y ya de avanzada edad, tanto el padre de la pequeña como su madre, confían en que Sara siga sus pasos y opte por vivir en el pueblo el día de mañana.Miseno Camino fue quien tomó la iniciativa de darle nuevas expectativas a Domiz. Es natural de Tudriz, otro lugar de Brollón, pero un buen día decidió hacerse cargo de una casa que su padre heredó de un amigo en Domiz. Le gustó y apostó por ir a vivir a ella y empezar a rehabilitarla. Corría el 2001 y ya llevaba de noviazgo con Carmen unos años, hasta que en noviembre de 2007 decidieron casarse y residir en Domiz, sin importar que él trabaja en A Pobra, como funcionario municipal, y ella en una panadería de Monforte.
El padre de la pequeña Sara reconoce algunos problemas de la zona, como carecer de saneamiento, así como en cuanto a telecomunicaciones, "pero nada fuera de lo normal". Para Miseno, las limitaciones en las nuevas tecnologías no son un impedimento para vivir en Domiz, pues cree que en breve se mejorarán, y valora más que los caminos estén pavimentados. "Lo que más me duele es ver que hay muchas casas del pueblo que están cayendo. Aparte de nosotros y de una casa donde vive una mujer viuda, sólo viene por aquí los fines de semana una gente que vive en A Coruña. Es una pena ver cómo las casas se deshacen".
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