Alfredo Pérez Rubalcaba tomó resuello al decidir el juez no implicar por ahora a su secretario de Estado por contactar con el director general de la Policía en los días anteriores a su supuesto chivatazo a Eta, dentro del caso Faisán, y se revuelve como gacela herida exigiendo disculpas a quienes lo involucraron. Como reacción partidista puede tener justificación, porque es lo que hacen todos los políticos llegado el caso, pero olvida (no lo olvida) que tanto Camacho como él mismo son responsables desde el momento en que está imputado García Hidalgo. ¿O es creíble que el ex máximo dirigente policial actuase por cuenta propia en un asunto de tanto calado como el de dar aire a los terroristas en plena negociación? Sería absurdo, y de haberlo hecho su destitución debiera ser fulminante, y no lo ha sido ni mucho menos. Bien pudiera parecer que los opositores marean la perdiz con el caso, pero es de tal gravedad que, al margen de cualquier consideración política, exige esclarecerse hasta las últimas consecuencias por el bien de la democracia.
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Carlos por cinco delitos contra Hacienda
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