Explosión españolista en Barcelona

APACIGUADOS los ecos del triunfo en Johannesburgo, exaltaciones irrepetibles y también excesos vulgares; vueltos a sus madrigueras los oportunistas que se atribuyeron éxitos que nunca fueron suyos, entresaco una duda que no acabo de asimilar. Verán, me pilló en Barcelona la gloriosa final y aquello fue una explosión rojigualda que podría entenderse como normal en cualquier aledaño menos en Cataluña: Miles de banderas, en calles, edificios, coches… que me recordaron fastos del pasado; vivas a España en bares, en el metro, en las Ramblas…, con o sin el incombustible Manolo Escobar de trasfondo; un respetable enardecido de patriotismo español, sin el más mínimo atisbo independentista. ¿Dónde estarán agazapados Carod y sus secuaces?, pensé. Ni el argumento de que más de la mitad del equipo era del Barça debió servirles para digerir la españolada. ¿Quiere eso decir que el pueblo mira para otro lado cuando ellos predican el separatismo más radical? Otra cosa tiene difícil explicación.

(El Progreso, 15/7/10)