Riesgos innecesarios: accidente del Tibidabo

No son frecuentes, pero sí que abundan demasiado, como no debería ocurrir si pensamos en que los sistemas de seguridad también avanza, pero no lo suficiente por lo que parece. Me refiero al accidente en el parque de atracciones del Tibidabo, en Barcelona, que a diario visitan miles de personas, ya que es un balcón incomparable para disfrutar de la mejor vista de la ciudad condal. Ya saben que una chica de 15 años perdió la vida, otras dos están heridas, lo mismo que un niño que la acompañaba.
El desgraciado accidente se produjo al desprenderse uno de los brazos de El Péndulo, atracción de 25 metros de largo, sujeto sobre una torre de 38 metros de altura. Debió ser tremendo, porque se mueve a una velocidad de cien kilómetros a la hora, y tarde sólo 2,8 segundos en hacer el recorrido. Curiosamente este artilugio fue instalado en el año 2006, siendo por tanto una de las atracciones más recientes. Nunca sucedió ningún accidente en otras que tienen más de un siglo de antigüedad, y siguen funcionando perfectamente.
Se la circunstancia de que tomé esta fotografía, en la que se ve El Péndulo funcionando, sólo siete días antes del accidente, concretamente en la mañana del pasado domingo.
Estos percances deberían de servir para debatir sobre la conveniencia de prohibir estas diversiones que siempre son peligrosas, por mucho que se nos diga que son seguras. Claro que un accidente nunca es previsible en cualquier momento, pero sí existe alto riesgo, como en este caso, es más fácil que se produzca. Son, pues, riesgos innecesarios.