Por suerte es la excepción que no confirma ninguna regla, pero un cabreado joven letón, que además es policía, que veía una película mató a tiros a otro espectador que comía palomitas de forma ruidosa a su lado. No podía soportarlo y de hecho se lo advirtió, y ni caso. De manera menos drástica, aunque por motivo parecido, se pronunció el director de cine, recientemente galardonado con el Goya de Honor, Mario Camus.
El autor de ‘Los santos inocentes’ y ‘La vieja música’, rodada en buena parte en este periódico, no soporta el olor de las palomitas o cómo absorbe Coca Cola el compañero de butaca; por eso, según confesó en una entrevista, decidió no volver a las salas de proyección y ver los largometrajes en su domicilio, con la seguridad de que no será molestado.
Seguro que más de uno piensa (o pensamos) lo mismo, porque hay que ver el escaso respeto que evidencian algunas personas cuando se apoltronan en la butaca provistos de una ruidosa bolsa de palomitas o de cacahuetes y que no paran de mascullar y dar el coñazo durante la sesión.
1 comentario:
Creo que tiene razón Mario Camus, no así el letón por tomarse la justicia por su mano en lugar de ahuecarse. De todos modos, comprendiendo lo molesto que resulta el crujir continuo de las palomitas en el cine, tampoco es razonable ni el remedio para todo aislarnos de la sociedad. Unos tendríamos que ser más educados y respetuosos, y los otros un poco más tolerantes.
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