Son tantas las espitas por las que chorrea el dinero público que es difícil saber cuáles taponar, pero urge hacerlo antes de que se escurran los surtidores. Aun siendo frecuente que los gobiernos destinen fondos a la cooperación internacional, ¿no debiera ser prioritario cerrar grifos habiendo necesidades internas desatendidas? El de España no es excepción.
El BOE del 5 de noviembre de 2011 publicó un rosario de subvenciones a fundaciones y asociaciones de partidos políticos para "consolidación y difusión del sistema democrático" en países como Cabo Verde, Túnez, Guinea Ecuatorial…, y con fines tan etéreos como, por ejemplo, "liderazgo y consolidación democrática en el Magreb" a través de la fundación catalanista Trias Fargas de CDC. Más de 20.000 euros. O también, 9.240 euros a la fundación Galicia Sempre para "encuentros internacionales". Total, unos dos millones, pero más que la cantidad en sí, que también, interesa saber cómo se manejan esos fondos y cuál es su verdadero rumbo. Comprendan, con tantos eufemismos y picarescas, uno desconfía.
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