Que el Ayuntamiento de Madrid tenga o haya tenido hasta ahora 134 coches para uso de los políticos es una inmoralidad con ribetes de cachondeo, más en este momento. Pero más trascendente es que no sea un caso aislado, sino corriente entre la clase. Rajoy quiere arreglarlo, pero no pasará de un leve retoque, ya que lo que propone es compartirlos. No es suficiente. Lo que de verdad se necesita es desposeer de vehículo oficial a la inmensa mayoría de los que gozan de tal privilegio, que todos pagamos. Podría caber alguna excepción (muy puntual, por seguridad), pero si los cargos, altos o no, cobran sus salarios, bastante más que la mayoría de los trabajadores, qué razones hay para una regalía añadida, que viene a ser, además, un agravio comparativo. Para desplazarse, si abominan ir a patas o en su vehículo particular, que utilicen el transporte público, metro si es el caso o autobús. Sería, que no les quepa duda, una manera de que se preocupasen más que ahora por su buen funcionamiento. ¿Cómo no va a haber indignados?
La era de la desinformación
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*Hasta la llegada del boom de la tecnología, únicamente había una verdad:
la publicada en los grandes medios de comunicación*
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Hace 1 hora
1 comentario:
Manuel, es un placer volver a leerte. He perdido mi lista de seguidores y me gustaría retomarla, si no te importa clica de nuevo. Un saludo
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