La localidad lucense de Vilalba, capital de A Tercha Chá (Tierra Llana de Galicia) revivió un año más la tradicional feria de los capones, considerada única en el mundo, a la que llegaron unos 800 ejemplares (otros 1.000 se comercializaron previamente) que, debido a la afluencia de público, se vendieron muy pronto con precios que oscilaron entre los 80 y 100 euros la pieza, según informó la edición digital del diario El Progreso de Lugo.
A las ocho de la mañana centenares de cestas de mimbre esperaban repletas de capones a que apareciera un comprador aunque, cuando poco después se abrió el mercado, los capones "se despacharon con un ritmo frenético", tal y como resaltó el gerente de la asociación de criadores, Gonzalo Hermida.
Como es habitual se otorgaron premios a los ejemplares, que evidencian de alguna manera el arte de engorde, que sigue realizándose de forma tradicional, alimentando a mano a los pollos, con bollos cuya masa es el maíz, mezclado con patatas e incluso castañas, previamente impregnados en vino o leche para que puedan digerirlos con mayor facilidad. Así y todo no es raro que se asfixien algunas de estas aves al tener dificultades para tragar el alimento.
Con la misma rapidez que se producían las transacciones, una empresa de mensajería empaquetaba capones para medio mundo, ya que es un producto que muy pocas veces degusta quien lo compra, porque la mayor parte llega a sus destinatarios a modo de regalo. Es el caso del cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, natural de Vilalba; el senador y ex presidente de la Xunta de Galicia Manuel Fraga, también vilalbés, y otras personalidades. De hecho, ya en la Edad Media el capón se utilizaba como elemento de pago de foros o rentas, y aún en la actualidad dos vecinos de Vilalba sufragan su renta con la entrega de capones.
A las ocho de la mañana centenares de cestas de mimbre esperaban repletas de capones a que apareciera un comprador aunque, cuando poco después se abrió el mercado, los capones "se despacharon con un ritmo frenético", tal y como resaltó el gerente de la asociación de criadores, Gonzalo Hermida.
Como es habitual se otorgaron premios a los ejemplares, que evidencian de alguna manera el arte de engorde, que sigue realizándose de forma tradicional, alimentando a mano a los pollos, con bollos cuya masa es el maíz, mezclado con patatas e incluso castañas, previamente impregnados en vino o leche para que puedan digerirlos con mayor facilidad. Así y todo no es raro que se asfixien algunas de estas aves al tener dificultades para tragar el alimento.
Con la misma rapidez que se producían las transacciones, una empresa de mensajería empaquetaba capones para medio mundo, ya que es un producto que muy pocas veces degusta quien lo compra, porque la mayor parte llega a sus destinatarios a modo de regalo. Es el caso del cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, natural de Vilalba; el senador y ex presidente de la Xunta de Galicia Manuel Fraga, también vilalbés, y otras personalidades. De hecho, ya en la Edad Media el capón se utilizaba como elemento de pago de foros o rentas, y aún en la actualidad dos vecinos de Vilalba sufragan su renta con la entrega de capones.
El capón de Vilalba será, pues, uno de los manjares más codiciados en las cenas de Nochebuena de medio mundo, aunque en un número muy restringido por la baja y selecta producción.
Los capones vilalbeses tienen su base genética en la denominada Gallina de Mos, por ser procedente de San Xiao de Mos, parroquia del municipio chairego de Castro de Rei.
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