Un placer, amigos

Es un honor para mi el que visites mi página y espero que descubras algo que pueda interesarte. Además de reproducir los breves artículos de opinión que en días alternos publico en el diario El Progreso de Lugo, sobre variados temas del día a día, también procuro insertar pinceladas de actualidad, de contenido histórico (no al uso) o costumbrista para hacer más amenos los textos, viajes..., aparte de incluir algunos enlaces que pueden ser útiles en determinados momentos. También os invito a seguirme. Un saludo cordial desde la romana y amurallada ciudad de Lugo, la Lucus Augusti, en España.

domingo, 5 de diciembre de 2010

TELEBASURA: espectáculo denigrante y humillante

La telebasura tiene pocas cosas aceptables, por no decir ninguna, pero hay algunas menos infumables que otras. No es el caso de un programa del pasado viernes, en una de las cadenas privadas, donde se alcanzó el súmum del mal gusto, de la falta absoluta de respeto a los televidentes, aunque algunos, la mayoría, estén satisfechos y disfrutan con espectáculos humillantes y denigrantes como el que tuvo como protagonista al letrado, huido de la Justicia, Emilio Rodríguez Menéndez, al que enfrentaron con quienes algún día no muy lejano tuvo relaciones amorosas, mafiosas o lo que se quiera, porque de todo hay.
El bochorno lo alimentó desde el principio el conductor del programa cuando se escoró abiertamente hacia una de las partes, algo que no encaja con la imparcialidad que debe marcar la conducta de cualquier presentador. Se posicionó contra el abogado, que hablaba desde Argentina, y por muy indeseable que resulte para muchos, también se merece un respeto, como cualquier persona. Quienes le rebatían desde el plato, tampoco están en condiciones de dar lecciones de moralidad, porque son los de siempre, los que se venden a cualquier precio con tal de adquirir notoriedad. El programa se significó por el entrecruce constante de insultos y descalificaciones, que sin duda herían la susceptibilidad del televidente, o de algunos televidentes. Ya sé que cada cual es muy libre de cambiar de canal, pero aún así deben prevalecer unas mínimas normas de buena educación, no ya por los protagonistas del espectáculo, que a veces ni lo merecen, sino porque detrás hay un público que se merece, repito, un respeto. 
Yo, como profesional de la información, soy un acérrimo defensor de la libertad de expresión, pero en estos casos debiera haber unos límites establecidos para que escándalos como este no tuviesen cabida en cualquier medio de comunicación, sea público o privado.

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