Para bien o para mal, el paso del tiempo lo borra casi todo, incluidas las responsabilidades penales, por prescripción, de la mayoría de los delitos; no es así, como parece, el caso de sor María Gómez Valbuena, de 80 años, imputada, y que ella niega, por el robo de un niño en los años ochenta cuando la monja ejercía de asistente social en una clínica madrileña ya desaparecida, dado que el artículo 132 del Código Penal establece que cuando la víctima es un menor, el delito contra la libertad de las personas empieza a computar a partir de que aquél alcance la mayoría de edad. En cualquier caso, la inculpación es más bien testimonial por razones de edad de la religiosa, pero al menos satisface la intención de reprender a quienes actuaron de forma tan vil e ignominiosa, mercadeando con personas como si fuesen animales.
Pero llama la atención que no se proceda de la misma manera contra otros posibles involucrados, cuando menos por connivencia, en este y en otros casos, entre ellos los adoptantes (adquirentes) y quienes, por acción u omisión, dejando que tales casos se generasen sin trabas.
Pero llama la atención que no se proceda de la misma manera contra otros posibles involucrados, cuando menos por connivencia, en este y en otros casos, entre ellos los adoptantes (adquirentes) y quienes, por acción u omisión, dejando que tales casos se generasen sin trabas.
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