Debe ser cierto lo de que no hay mal que por bien no venga. Cuando España está en disposición económica decrépita dentro de Europa por mor de la crisis, apostada en el ojo del huracán de un entorno que nos mira con desconfianza, resulta que en fútbol está la cosa para tirar cohetes: cinco equipos de ocho de los que intervienen en ligas europeas son semifinalistas, como contrapeso de todos los males. Sin intención de comparar nada, acaba por recordarnos cuando en la postguerra el Real Madrid era poco menos que la única referencia positiva con que se nos oteaba desde el exterior, siendo el único embajador creíble que allanaba divergencias. Habrá sin embargo quienes, con razón, prefiriesen que, en vez de tanta opulencia externa, los clubs estuviesen al día en sus descubiertos con Hacienda y la Seguridad Social, taponando sus respectivos agujeros, sin distingos hacia los demás contribuyentes, a los que nada se les perdona. Son, ya se sabe, cosas diferentes, pero tampoco deja de ser chocante que situaciones tan ruinosas alcancen tan alta reputación. Cosas del fútbol.
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Hace 14 minutos

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