Incluso desde antes
de serlo, este Gobierno nunca ocultó su inclinación por modificar o medio
derogar la ley antitabaco, puede que por motivos fiscales o económicos o por
llevar la contraria al PSOE. Sin ir más lejos, la Comunidad de Madrid, en su
plan económico financiero recoge la posibilidad de habilitar zonas para fumar
en bingos, casinos y otros lugares de apuestas, lo cual, sin ser determinante,
porque afecta solo a unos pocos, es un síntoma peligroso por si se proyecta más
allá de la excepción. Menos mal que tales propósitos chocan con las
conclusiones de la encuesta elaborada por la Sociedad Española de Medicina
Familiar y Comunitaria, realizada en centros de salud de toda España con
fumadores, no fumadores y ex fumadores. El sondeo concluye que ocho de cada
diez españoles (78%) vería mal que se permitiese fumar en bares y restaurantes,
y el 82% cree acertada la decisión de prohibir el tabaco en lugares públicos
cerrados. Sería indecoroso volver a las andadas, desvirtuar una acertada
decisión cuando ya se asumió totalmente la prohibición, y cuando están en juego
la salud y la vida. ¿O son prioritarios otros intereses? Son amagos muy preocupantes.
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