No está el horno
para bollos. Al ciudadano le cuesta cada vez más digerir a los políticos y cualquier
torpeza la encaja peor de lo que venía siendo habitual. Está harto, cansado de
determinados comportamientos y actitudes; de que se le diga una cosa y sea
otra. O que no se diga nada, pero quizá sea la arrogancia o prepotencia una de
las aristas que peor soporta; probablemente por eso molestó, por su retintín
altivo, la respuesta del ministro de Justicia sobre cuándo será debatido lo de
Bankia en el Parlamento, pues en el tono se intuye una innecesaria petulancia hacia
quienes esperan aclaraciones que no llegan: "Se llevará cuando sea
oportuno", respondió un Gallardón encopetado. ¿Y cuándo es oportuno, oiga?
Hombre, pues parece que ya, cuanto antes y muchos intuyeron que de lo que se
trata es alargarlo en el tiempo quizá para que el petardazo se desactive lentamente,
como si no urgiese saber lo que pasó, y más los miles de afectados, los que
tienen ahí los ahorros de su vida. No parece una táctica acertada dar largas a
un asunto tan espinoso con tal de sacudirse el marrón.
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Hace 2 horas
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