Mohamed el-Mizian, hijo de un marroquí notable amigo de España en los días difíciles de la guerra del Rif, fue un militar destacado, primero del Ejército español y finalmente del de su país de origen. Estudió en la academia militar de Zaragoza y, sin ningún problema de adaptación, pese a su religión musulmana, alcanzó el generalato. En la postguerra, Franco lo designó capitán general de Galicia y Canarias. Pero cuando se produjo la independencia de Marruecos, Mohamed V lo reclamó para ser designado mariscal de los ejércitos, y aceptó.
Decidió regresar con toda su familia, pero una de sus cinco hijas se negó, ya que estaba prometida con un capitán médico español con el que llegó a casarse tras abrazar la religión católica, lo cual sentó como un tiro a su progenitor, quien le dio un ultimátum: o volvía con los suyos o dejaba de ser su hija. Ella prefirió esto último y el-Mizian regresó sin ella.
Pasaron los años y la joven no supo nada de su familia, pero un buen día recibió una carta de su madre, quien le explicaba que su padre había dulcificado su actitud, comprendía sus razones y su amor y había decidido acogerla de nuevo junto con su marido, lo que llenó de alegría a la rechazada. Para ello esperaban a ambos en Rabat.
La pareja voló al aeropuerto de Casablanca y a pie de escalerilla estaba esperándola un militar marroquí que se cuadra ante ellos y les informa de que era el enviado del mariscal, quien les esperaba en palacio. El oficial hace una señal y un gran coche se cerca al avión: “Pase, señora”, le dice. La joven entra en el vehículo, y cuando va a hacerlo el marido, nota el cañón de una pistola en el costado y oye la orden: “Usted vuelva al avión. ¡Ahora!”.
Al día siguiente un tribunal marroquí anulaba el matrimonio español y la muchacha, con gran regocijo de el-Mizian, se casaba con un primo suyo..a la fuerza.
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