NO ES QUE en cualquier obra de ingeniería, y sobre todo tratándose de obra pública, no puedan surgir dificultades o no sea preciso hacer modificaciones en el proyecto inicial, pero también es casualidad que ocurra casi siempre en el momento más inoportuno y en el lugar que, precisamente por ser difícil, más deberían de esmerarse los técnicos en los estudios previos para evitar contratiempos. El tramo de la autovía A-8 entre Mondoñedo y Lindín va para largo, precisamente porque hubo que corregir el diseño inicial al aparecer más problemas de los esperados. Puede que para sus redactores sea normal, pero el ciudadano no lo entiende muy bien, porque se supone que cuando se hace prospección del terreno se agotan todas las posibilidades hasta decidirse por la más viable. Sí es verdad que trata en este caso de una exploración complicada, pero precisamente por eso debieron de atarse todos los cabos, que por lo que se ve no se ataron. Parece por lo tanto un retraso injustificado con graves perjuicios para todos.
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