La mayoría de las iglesias de Galicia, casi todas ellas desperdigadas y asentadas en buena parte en despoblados, padecen asaltos cada dos por tres, pese a que ya queda muy poco que robar, como no sean objetos de culto o cuatro euros de los cepillos, que ya no suelen guardarse en las huchas, porque los párrocos se encargan de llevaros a lugar más seguro. Las imágenes, en su mayor parte con más valor sentimental que artístico, también fueron desapareciendo de casi todos los templos, unas porque las sustrajeron y otras al haber sido vendidas a anticuarios por sumas ridículas.
Iglesia de As Goás. El campanario sin campanas. Imagen de EL PROGRESO |
1 comentario:
El caso es robar y llevarse algo. Lo peror es su valor artístico. Una pena porque acabaran siendo fundidas.
Pero aquí somos así.
Un abrazo
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