EN TANTO que la polémica excarcelación de Troitiño entretiene a los políticos y hace que los ciudadanos flipemos por la facilidad con que la Justicia allana la libertad anticipada de terroristas con crímenes a sus espaldas, un recluso, Miguel Montes, que el viernes cumplió 61 años y que es el preso más antiguo de las cárceles españolas, con más de 35 años de condena sin mediar delitos de sangre, se desespera en la cárcel de Huelva. Lo metieron en el trullo en 1976 por desertar de la mili y desde entonces sólo estuvo dos años en libertad condicional. Volvió a la trena por fugarse y ahora la Audiencia de Granada rechaza por segunda vez refundir sus penas para que pueda salir, pese a su excelente comportamiento. El Gobierno tampoco resolvió el indulto solicitado. Le esperan dos hijas de 13 y 15 años y el deseo de poder dedicar su tiempo a la escultura. A su libertad también se opone un juez de vigilancia penitenciaria, el mismo por cierto que aprobó la exoneración de otro extremista sanguinario tras cumplir 30 años. ¡Qué cosas!
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