Es mucho más fácil difamar a una persona, sin pruebas o fundamento, que restituirle la reputación. La duda y la desconfianza siempre prevalecen en el descrédito más que cualquier otro intento de reparar el ultraje. La Guardia Civil, bien fuese por mandato del juez o por propia iniciativa, no hilo fino en el caso de Marta Domínguez, archivado por el juzgado al no existir, parece, pruebas fundadas del entramado central de dopaje que se le atribuía. ¿Aportó la Benemérita sólo indicios, suspicacias o pruebas imaginarias? Tratándose de sustancias estimulantes, es muy fácil saber si son prohibidas o de herbolario. Los agentes tienen el deber de investigar, que para eso están, pero no la patente para desfigurar indagaciones y menos si fuese, como se insinúa, con fines políticos por su vinculación a un partido. En cualquier caso, antes de involucrar a un sospechoso en un asunto tan grave, y en este país somos muy dados a eso, no caben más argumentos que los cimentados en evidencias sólidas y no en meras especulaciones.
LAS TARDES DEL TITANIC
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Por Eduardo García Aguilar
Con frecuencia en tiempos de canículas veraniegas como ésta he llevado a
algunos amigos amantes de la literatura y las artes ...
Hace 33 minutos
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