SÓLO PUEDEN entenderlo y disfrutarlo quienes beben de las ciénagas de la telebasura, que son muchos; y sobre todo los que se relamen y viven de ella, que son unos pocos. Para los demás es difícil entender, por muy pringada que esté, que Isabel Pantoja no pueda disfrutar de la presunción de inocencia como cualquier ciudadano. No tengo ni idea de si es o no culpable de blanquear dinero, pero aun siéndolo, nadie la condenó todavía por ello. El grotesco espectáculo que se montó al llegar a los juzgados, regodeado después por las cadenas, no cabe en un Estado garantista. Es verdad que ella no es la única víctima, porque somos muy dados, a veces con la complicidad de la Policía y la propia Justicia, de montar este tipo de saraos con presuntos cuando los implicados son famosos o cuando hay otros intereses, más si son políticos, por medio (de eso sabemos algo en Lugo), pero lo suyo fue a degüello. Los culpables son, por descontado, quienes toleran tales crucifixiones. Deberían pagar por ello y no lo hacen.
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