LEIRE PAJÍN prometió dejarse la piel, que es lo menos y más epidérmico que puede ofrecer una ministra de Sanidad, pero me temo que no va a ser suficiente. Se oyen voces exigiendo que prescinda también de sus pulseras, porque ya sabrán que la ex secretaria de organización socialista es usuaria de pulseras (en diferentes colores) de una determinada marca que la OCU denunció hace algún tiempo por contener publicidad engañosa ante su ahora departamento. La ministra debió dejarse llevar por sus distribuidores, prometiendo equilibrio, fuerza y flexibilidad, condiciones a tener en cuenta para desempeñar su cargo. Pero al parecer las pretendidas propiedades pseudomilagrosas son tan falsas como las promesas de Zapatero. Tanto en Twitter como en Facebook arrecian los comentarios contra quien ha de ocuparse de la salud de los españoles, por esta y otras razones, considerando que lo menos que se le puede exigir es que no promocione ni engaños ni milagrerías.
Pero una cosa son las pulseras y otra bien diferente las repudiables descalificaciones personales vertidas por el alcalde de Valladolid contra la nueva ministra, inoportunas mírese como se mire. Un cargo público no puede promover tales insidias por muy libre que sea la libertad de opinión.Pero también es cierto que no es el único que dicen sandeces, porque algunos cargos del PSOE, como el acalde de Getafe, o el propio Alfonso Guerra, son abanderados cuando de insultar se trata.
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