PREGUNTA que nos hacemos muchos. ¿Cómo serían las huelgas sin los piquetes violentos, eufemísticamente informativos? Fácil, la mayoría de las veces pasarían desapercibidas. Y es una pena que ocurra con un derecho constitucional que se fue degradando, sobre todo por los propios sindicatos, empeñados en obligar y forzar; así se han ganado el rechazo y el desprecio de no pocos ciudadanos. Los piquetes no existirían sin su apoyo, aunque algunos hay que van por su cuenta, como el caso de los antisistema, lo cual contribuye a agravar su desprestigio. ¿Qué se puede hacer para acabar con los violentos, apadrinados o no?: aplicar la ley a rajatabla, como a cualquier delincuente, y que paguen, penal y civilmente, por sus excesos y gamberradas, reparando daños y abusos. Porque suele ser una delincuencia consentida y gratuita; si las ven con la Justicia, cosa que rara vez ocurre, utilizan su condición de sindicalistas para irse de rositas, como si eso fuese la libertad que predican. Lo que faltaba.
La ministra Redondo pide "erradicar el negacionismo de la violencia contra
la mujer"
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Persiste la división en el movimiento feminista sin que la ministra haya
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Hace 1 hora
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