Nuevo Gobierno: felicitémosnos por los que entran, y también por los que salen

Como bien dice el viejo refrán, más vale tarde que nunca, pero a decir verdad la remodelación del Gobierno llega más bien a destiempo, porque Zapatero pudo hacerlo mucho antes en vez de mantener a un equipo gastado e inoperante. Pero bien venido sea aunque sea para tapar agujeros.
Dicho esto, si hemos de felicitarnos por los que entran, como es el caso de Ramón Jáuregui, un político siempre desaprovechado, o por el ascenso de Rubalcaba, llamado por lo que parece a mayores responsabilidades futuras; o incluso por el nuevo cometido de Trinidad Jiménez, que poco o nada habrá de hacer para mejorar la gestión del predecesor, también debemos, digo, felicitarnos por los que salen, como es e caso del señor Moratinos, un desastre al frente de la política internacional; muy dado a dejarse humillar y a humillarnos, en vez de adoptar posiciones firmes sin salirse de los cánones diplomáticos. También está justificada la destitución de lla vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, porque su discurso había quedado anticuado y rancio. Y felicitarnos también por la supresión de los ministerios de Igualdad y Vivienda, inoperantes y sin razón de ser como no sea para que Bibiana Aído pregonase cuatro chorradas sin el más mínimo sentido. Ahora bien, si tan importante era esta cartera para Zapatero, por qué ahora la suprime, lo cual, ya digo, está muy bien.
Quedan, eso sí, algunos rescoldos sin limpiar, como es la supresión de Cultura y la vicepresidencia tercera, que sólo se justifica para no dejar sin empleo y entretenimiento a Manuel Chaves.
Ahora sólo falta que esto funcione y que no sea flor de un día.