A la Confederación Intersindical Galega (CIG), central nacionalista, le asistía todo el derecho a convocar la huelga que organizó el jueves en la comunidad, no vamos a entrar con que respuesta, pero no a plasmar pintadas en muchas fachadas y escaparates públicos como reclamo al paro, porque eso, aparte de la cuestión estética y de ciudadanía perjudica y mucho a los propietarios de los edificios afectados, que nada tienen que ver con el problema que motivó el llamamiento sindical.
Con buen criterio, el alcalde de Ribadeo, el nacionalista Fernando Suárez, condenó estos hechos que califica de "acciones aisladas". No lo fueron, pero como si lo fuesen: alguien deberá asumir las gamberradas, ya que no pueden calificarse de otra manera.
De cualquier forma, en este y en otros casos similares, la central sindical que utiliza este sistema de captación hacia su causa o interés, por mucho que sea en beneficio del ciudadano, ha de responsabilizarse de ello, o en último caso identificar a los autores de los rótulos para que se hagan cargo de los daños causados. Alguien ha de reparar el desperfecto y no sirve escurrir el bulto argumentando que nada tienen que ver, porque su obligación es controlar debidamente a sus afiliados. No parece creíble que simpatizantes anónimos actúen por su cuenta, como tampoco lo hacen los llamados piquetes informativos, ocasionando destrozos en el mobiliario urbano y obligando a los comerciantes a cerrar sus establecimientos. Cada palo que aguante su vela.
1 comentario:
Dices muy bien: que cada palo aguante su vela. Los sindicatos, aunque quieran mirar para otro lado, no sólo son responsables de esas acciones, sino que son los animadores. Una cosa es el derecho a manifestación y otra atentar contra los bienes ajenos.
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