CUANDO el monte se quema, algo suyo se quema, rezaba el pegadizo eslogan de los setenta, pero pasaron cuarenta años y seguimos igual…de mal. También se preguntaban entonces quién quema el monte, y seguimos sin saberlo. Es decir, que nada se avanzó en soluciones ni en concienciar a la gente para que no destruya lo que es suyo. Cuesta creer que el pasado año tres de cada cuatro siniestros en Galicia fueron intencionados, y lo peor es que no sabemos quiénes fueron los pirómanos ni tampoco por qué lo hicieron. Es un misterio sobre el que hay diferentes teorías, pero ninguna de ellas sirve para aclararlo y mucho menos para disuadir a los que siguen prendiendo la mecha. Se contabilizaron 3.876 fuegos forestales, arrasando casi quince mil hectáreas, que se dice pronto. ¿Cuántos de los 119 detenidos llegarán a ser juzgados y condenados? Casi ninguno, porque o se cachan con el mechero en la mano o es casi imposible probarlo. Y los culpables no pagarán en proporción al daño causado. ¿Por qué no se endurecen las penas?
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2 comentarios:
A veces desearíamos que las penas fueran tales que hicieran retraerse a los pirómanos y que los que son capturados y condenados paguen por el resto, pero esto tampoco sería justo.
Difícil tesitura y con visos de mala solución.
Saludos
Al margen de locos pirómanos, que los habrá siempre, debe haber oscuros intereses que, como dices, nunca quedan al descubierto. Para mí la solución debe venir por la educación, aunque esta es tan lenta como lento es el crecimiento del bosque.
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