TODOS somos conscientes de lo fácil que es formular deseos y lo difícil que resulta cumplirlos, pero todo ello forma parte del entramado utópico de la vida y la necesidad que tenemos los humanos de vivir de ilusiones. Muchos de los movimientos afectivos hacia algo que se apetece, como los define la RAE, nunca se cumplirán y si se cumplen, algunos serán porque lo avala una imposición. Es el caso de los tres millones de fumadores que, dicen, expresaron su intención de dejar el tabaco al entrar hoy en vigor la dura prohibición que aplauden unos y rechazan otros. En este caso bien merecería la pena el esfuerzo si, como afirman quienes saben de esto, van a evitarse un treinta por ciento de los cánceres de pulmón. Que protesten los hosteleros es normal aunque no sea plausible; saben que la normalidad se irá recomponiendo, como se recompone casi todo, y no será tan catastrófico para sus negocios, aunque ahora sea el momento de lucrarse entre quienes anuncian remedios milagrosos y definitivos para dejar vicio. Atentos.
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Hace 1 hora
1 comentario:
Absolutamente de acuerdo, Manuel. Lo que es un contrasentido es recibir impuestos de un producto malsano, para luego tener que invertir en curar los efectos nocivos que produce en la sociedad,
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