No es que España vaya a hundirse más de lo que está, ni que los privilegios
a los políticos sean culpables únicos de la crisis que corroe al país, pero hay
gestos o agravios inaceptables e inasumibles que irritan al ciudadano, muy
especialmente al que se enfrenta a diario a los privaciones generadas por el
paro o cualquier otro abatimiento, o situaciones límite como es el caso de las
familias gallegas con hijos, siete de cada cien, que padecen pobreza severa. ¿O
no indigna que el Congreso malgaste seiscientos mil euros al año para que los
señores diputados, con ‘míseros’ salarios de seis mil euros mensuales o más
tengan ADSL gratis en sus casas? Forma parte, dicen, de los denominados “gastos
indispensables para cumplir su función”, en los que también se incluyen la
tarjeta bonotaxi, cargada con 3.000 euros al año, facturas de sus viajes en
tren, avión, barco o coche, sin límite de gasto. Después se quejan de no estar
lo bien considerados que creen merecerse, sin percatarse (o sí) de que son
ellos mismos los que alimentan el odio hacia la clase que representan.