Visto desde fuera, el apoyo en las urnas a Berlusconi por parte de quienes le renovaron su confianza tiene mala justificación vistos los antecedentes y la trayectoria del ‘cavaliere’, pero sus electores no piensan lo mismo. En cualquier caso ya había antecedentes. Si se tiene en cuenta que son casi el treinta por ciento de los italianos con derecho a sufragio los que libremente le respaldaron, tampoco puede decirse que todos ellos sean fachas, masoquistas o idiotas. Son virtudes de la democracia, en donde los efectos no pueden adivinarse ni amoldarse a otros intereses, sea o no atinado, que en este caso podría no serlo. ¿Reflexión? Si Berlusconi, con los nubarrones que le ensombrecen, apuntala éxitos uno tras otro, ¡cómo serán los demás! Puede que ello explique la degradación universal de la clase política, pero es la voluntad del pueblo soberano, que no admite interferencias ni confía en salvadores impuestos con calzador, caso Monti, por muy recomendable que sea.
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