Cierto es que al ciudadano le agrada más bien poco pagar tasas e impuestos, aun siendo consciente de que es necesario si desea a cambio servicios imprescindibles, pero el rebote es todavía mayor cuando observa que su dinero no va destinado a los fines previstos, como ocurrió y tal vez siga sucediendo con la Sociedad General de Autores, visto lo acontecido en los últimos meses y después del famoso canon digital. Claro que los más cabreados deberían ser los propios autores al comprobar que lo recaudado no siempre se destina a satisfacer sus devengos. ¿Quedará alguna migaja en las arcas de la SGAE una vez liquidada la pensión mensual de 23.000 euros al ex presidente Teddy Bautista? Lo chocante es que el 'recorte', el 60 por ciento de lo que percibía como salario, es fruto de acuerdo con la propia entidad. Y no conforme aún reclama una indemnización de 1,8 millones de euros por su renuncia al cargo. Visto lo visto, la sociedad tendrá todavía más difícil el cobro de arbitrios al percibir el contribuyente que los fondos son para uso y disfrute de sus gestores.
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