Una de las últimas imágenes del padre Pio |
Contados son los casos de personas que gozaron en vida del don de la ubicuidad y que recoge el santoral católico. Quizá los más conocidos se refieren a san Martín de Porres y al padre Pío de Pietrelcina. Dicen quienes saben de esto que es una gracia especialísima que otorga el Espíritu Santo a quienes se distinguen por sus virtudes y por su santidad, y por eso sorprende que la bilocación (facultad que permite eso, estar en dos sitios a la vez) alcance también a tertulianos de radio y televisión. Ya se sabe que están dotados del don de la sabiduría, como bien lo evidencian en sus análisis sobre la situación política, económica y lo que se tercie en cada momento y lugar. Petulantes, preconizan sus opiniones en tono dogmático y suficiente; nada es para ellos ignoto. Pero lo nuevo es que también logran bilocarse. Zapeando, veo en el encendido debate mañanero de una cadena a un enjuiciador que con el mismo entusiasmo vacía a la vez sus asertos en otro canal, por cierto de tendencia desigual.
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