Plantación de nabos de Lugo, en el valle de Lourenzá, en plena floración. Su belleza es indiscutible |
Siempre se dijo que la gaseosa es lo mejor para experimentos, pero la Nasa va más allá, y como ya estarán al tanto, ensaya el cultivo de nabos en la luna, por aquello de que, como bien dijo el divulgador científico Manuel Toharia, cuando el diablo no sabe qué hacer mata moscas con el rabo. Arguye la agencia espacial que el objeto es obtener información sobre la supervivencia de plantas en el satélite (llevará también albahaca y unas hierbas, arabidopsis) y comprobar de paso si el ser humano podría acabar viviendo o trabajando allí. En el fondo no se lo creen ni ellos, pero al menos, y de eso nada se dice, los nabos debieran ser de Lugo, que para eso es 'terra do nabo', por su abundancia, su calidad e incluso por su antigüedad. Por algo los arqueólogos documentan su presencia en Galicia desde cinco mil años antes de Cristo, y no en balde se le considera 'trinidade do galego': nabo, nabiza y grelo en la misma planta. Casi nada. Interesa que prospere la experimentación, aunque solo sea para certificar que como la tierra luguesa no hay nada.
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