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No es habitual el desbordamiento del Miño, a su paso por Lugo y a estas alturas del calendario. Es porque sigue lloviendo |
No sé si tan contrariados como los activistas que se lucran por su ‘entrega’
a las vicisitudes del cambio climático, y que habían descubierto en la sequía
un filón para sustentar su principal praxis reivindicativa, pero lo cierto es
que los campesinos y agricultores están desesperados con las lluvias que no
cesan desde el otoño. En realidad estamos todos hartos. Quizá sea por eso que
surgen rogativas demandando que amainen, al revés de lo que, en estos casos,
era lo habitual: reventar el estiaje. Eso sí, ahora también meten baza los
políticos. La concejala de personal de un pueblo pacense tomó la iniciativa de
sacar procesión con San Isidro, de momento con escaso éxito. Sería interesante
conocer la opinión de aquel obispo que cuando un grupo de parroquianos le
visitó para que autorizase una rogativa implorando lluvia, en desafío a la
denegación inicial del sacerdote de la feligresía, abrió la ventana con
parsimonia, miró al cielo y les dijo: “Hagan ustedes lo que les parezca, pero
traza de llover no tiene ninguna”.