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Son cientos y cientos las casas de las aldeas gallegas en estado de abandono, como esta de Castro de Rei |
Quizá no sea para tanto y sea para bien, pero empiezan a surgir atisbos de preocupación por los nuevos colonizadores que, temen los alarmados, se van adueñando de Galicia. Está en venta, barruntan los más pesimistas. Creo recordar que fue en A Pontenova, al noreste de Lugo, donde inversores ingleses compraron una aldea completa y en la zona sur de la provincia luguesa hay varias ofertadas cuyo precio se aproxima a los sesenta mil euros, con cuatro, cinco o más casas. Es decir, ya no se venden inmuebles por separado, sino núcleos enteros abandonados, de los que en Galicia, sin ningún habitante, hay más de mil. Es verdad que por un lado las transacciones (cuando no especulaciones) conllevan, por raigambre y arcaísmo, una pérdida de identidad, pero por otro supone una bocanada de esperanza para que no acaben en escombreras, futuro que aguarda a los desechos no rescatados. Hay un ejemplo pionero en Ourense, donde un pueblo, Couso, fue recobrado por un riojano (14 casas) para el turismo rural. Y funciona.
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