Ir al médico u hospital que uno elija, en un país democrático, es una opción personal, tratándose incluso de la vicesecretaria general del PSOE, ingresada en una clínica privada de Benidorm para curarse de una neumonía. Lo que pasa es que en el caso de Elena Valenciano, la decisión chirría y evidencia lo bocazas que son los políticos. Hace muy poco tiempo protestó enérgicamente, con contundencia, porque el Rey había prescindido del sistema sanitario público para someterse a su intervención de cadera. Poco tardó la señora Valenciano en seguir los pasos del monarca. Ya digo, carecería de importancia si no fuese por el oportunismo partidista de una de las principales dirigentes socialistas del momento, que tampoco es la única en decir una cosa y hacer otra. Sin ir más lejos, su jefe, el señor Rubalcaba, también prefiere para sí, no para ortros, la sanidad privada, no se sabe muy bien por qué. El cinismo, como en este caso de la vicesecretaria general, suele pasar factura, quedando sin ninguna autoridad moral para seguir con las críticas.
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