SI se analiza fríamente, con la objetividad precisa de cada caso, ¿qué diferencia dolosa hay entre ladrón y víctima cuando ambos delinquen? Parecerá raro, pero ocurre. No es mi primera reflexión al respecto, ya lo expuse otras veces, refiriéndome a timadores y a determinados timados, que no son panolis precisamente.. La intención de los primeros es clara, la de los segundos también. Una empresaria lucense acaba de perder 25.000 euros con el método de los billetes tintados, más frecuente de lo que parece. Los embaucadores, en este y otros casos calcados, venden con relativa facilidad la atractiva técnica que hace creer que es posible copiar y fabricar billetes. Lo hacen tan bien que la víctima, por increíble, que parezca acaba convencida de haber hecho el negocio de su vida, que le permitirá ampliar su capital y sortear cualquier dificultad económica. Resolver su vida, pero engañando. Y de ello, por codicia, es consciente. Por eso, la responsabilidad penal no puede acabar en los autores del delito, sino que ha de alcanzar también a quienes les dan cumplida cancha.
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