Lo último que faltaba para liarla con la limitación de velocidad en autopistas y autovías es la confusión (¿ya aclarada?) que existe a la hora de aplicar la medida de los 110 kilómetros por parte de la Guardia Civil en el momento de calibrar los radares e imponer la sanción. Si la Unión de Oficiales del cuerpo no sabe a qué atenerse, porque se han recibido, dicen, órdenes verbales y escritas que se contradicen, peor lo tenemos los conductores. Dicen los mandos de la Benemérita que la última norma escrita sobre los márgenes establecidos para 110 data del 2006 y fija el máximo a que se puede circular a 116 kilómetros para fijos y 118 para radares móviles, que es al parecer lo que rige en algunas provincia, pero en otras se eleva a 121 o 132. Es decir, que depende dónde tenga uno la desgracia de ser cazado, con lo cual se produce un agravio comparativo evidente. La sensación es que el galimatías produce más problemas que la propia limitación en sí, y que viene a refrendar que somos pioneros de la gran chapuza.
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