En Portugal se suceden las protestas callejeras en defensa de la sanidad |
Cuando todo está caldeado es fácil que prenda la mecha, que el incendio se propague y nos pille el fuego. Esperemos que no cunda el ejemplo, pero nunca se sabe. El ministerio de Sanidad portugués pide a los ciudadanos lusos que hagan lo posible por evitar ponerse enfermos para garantizar la sostenibilidad del sistema nacional de salud. Recomienda, de momento. ¿Y si lo prohibe? Es lo último que los gobernantes puedan exigirnos para evitar el naufragio. O lo penúltimo, porque el siguiente paso no puede ser otro que el de desear que muramos pronto. No se refiere, por supuesto, a enfermos imaginarios, como el de Moliere, sino que quienes padezcan cualquier patología acaten las prescripciones de la autoridad sin rechistar. Habrá que suprimir hospitales para aumentar manicomios en la misma proporción; la locura colectiva se apoderará de todos nosotros. Es el colmo de la manipulación y la indecencia. Todo lo malo se puede esperar cuando se llega a este extremo.
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