FLAMENCO y toros. A muchos de los que les suena España saben con dificultad, después de consultar el mapa, que está al sur de Europa, lindando con África, y que es, eso sí, un país de flamenco y de toros. Su idea es esa: aquí todos somos toreros y bailarines. Al cante jondo, ya saben, acaban de premiarlo con el distintivo de Patrimonio de la Humanidad, lo mismo que se hizo en su día con la muralla de Lugo y con otros monumentos o ciudades trascendentes por su pasado; ahora sólo falta que se distinga a las corridas de toros con tal honor, lo que sin duda cabrearía y mucho a los que luchan para suprimirlas. Pero no les extrañe que ocurra, porque en el mismo saco que el flamenco entraron también la dieta mediterránea, los castells catalanes y el canto de la Sibila mallorquina, que no digo que no sean importantes, pero no para compararlo con otras expresiones artísticas o históricas que prestigian la distinción de la UNESCO. O sea que, en vista de ello, dentro de poco todo lo que cabe en el mapa será Patrimonio de la Humanidad, con lo cual la devaluación acabará por realzar a lo que queda sin clasificar como tal. Quiero decir que será más relevante no serlo, y ese es el peligro de prodigar y masificar las concesiones. Si casi todos fuésemos marqueses, sería un honor para el casi no pertenecer al gremio. ¿Para cuándo los escanciadores de sidra, los camioneros, futbolistas, arrieros y otros colectivos que no tardarán en reclamarlo?
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1 comentario:
Hola Manuel el año pasado se lo concedieron al tango:)
No solo se van a premiar las piedras :)El arte también cuenta
Un abrazo
P.D. No soy de andalucía y además soy antitaurina.
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