Aspecto de una céntrica avenida de Amsterdam, tomada por las bicicletas (Foto autor) |
Bicicletas sí, bicicletas no. División de opiniones marcadas por la lógica. Quienes defienden el uso de la bicicleta por la zona peatonal del casco histórico de Lugo y por las aceras argumentan sus razones, lo mismo que quienes se oponen a la tolerancia. Es verdad que se trata de un vehículo que debiera contribuir a desatascar las ciudades de coches, pero suele ser un incómodo obstáculo añadido. Si hubiese la garantía de que los ciclistas respetasen a los peatones, podría aplaudirse, pero sabemos que no es así. Claro que los hay considerados para con los viandantes, pero también abundan los que no lo son. Quienes hayan estado, por ejemplo, en Amsterdam (700.000 ciclistas para 750.000 habitantes) saben de qué les hablo. El desahogo por la escasa presencia de coches se ve anulado por miles de bicis que obligan al peatón a caminar siempre ojo avizor, si no quiere acabar magullado; ni tan siquiera respetan los pasos de cebra e invaden las aceras, fuera de sus carriles. Eso, en Holanda. ¿Aquí?, imagínense.
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