Fernando Seoane, jugador del CD Lugo |
La deducción de certeza que blinda al colegiado no siempre debe ser suficiente para darle crédito, sino que debería apuntalarse con otros testimonios o argumentos más contundentes. No digo que sea este el caso, pero el árbitro puede falsear lo que le venga en gana, sabedor de que lo que dice va a misa. Y no es el perjudicado quien debe razonar su inocencia, de cuya presunción goza, sino que debe ser el juez el que acredite con pruebas la culpa.
Estamos habituados a cosas tan raras, marcadas por la corrupción y también por los intereses que rodean el mundo del fútbol, que la desconfianza es inherente al pensamiento de los que no se fían. Por eso, dejar la potestad absoluta en manos de una persona, sin más pruebas, no parece lo más recomendable para no levantar sospechas.
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