Es evidente que el gallego, como cualquier otro idioma, precisa de la ayuda de foros, plataformas, escenarios… para mantenerse en plenitud. La televisión, sin duda, es uno de los instrumentos más valiosos para conseguirlo, y cuando digo televisión me refiero sobre todo a la gallega. Pero también puede ser contraindicado cuando se fuerzan situaciones sin más excusa que la de seguir un ideario basado en la intransigencia más provinciana que defienden unos pocos. No siempre, pero en la mayoría de los casos, cuando se entrevista en el plató (o fuera de él) a personas que desconocen el idioma no se les trata con la deferencia y el respeto que merecen, incluidos los castellanoparlantes. Claro que algunos interviuvados comprenden lo que se les pregunta en gallego por intuición o deducción, pero otros no, y resulta violento que se les fuerce a descifrar lo que no entienden. ¿Se rompe algún esquema si al interlocutor se le interroga en su lengua, castellana u otra? Parece un gesto de cortesía y educación que en nada desmerece la vitalidad de nuestra lengua.
Supongo que esto sucederá también en Cataluña o el país vasco, pero sigue estando mal si es que ocurre. Los idiomas siguen vivos sin que nadie los imponga. Es más, si se hace, lo más normal es que surta el efecto contrario, apareciendo el rechazo.
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