Gaspar Llamazares |
No es que la consulta del 20-N vaya a resolver el fin del bipartidismo, como sería de desear, pero Izquierda Unida mejora en los sondeos, previsión que le alejaría del desastre de los anteriores comicios al quedar convertida en fuerza residual. Le costará, sin embargo, ser el partido bisagra, no nacionalista, que casi llegó a alcanzar con Julio Anguita, con lo que ello supondría para la salud democrática, lejos de los intereses territoriales de vascos y catalanes.
Gaspar Llamazares acaba de recibir, por ejemplo, el espaldarazo del colectivo de la ceja, que abandona (muy coherente, oiga) a Rubalcaba tras el desencanto zapateril en sus pretensiones, pese a los acaramelados guiños intercambiados en aquellos ya lejanos y felices días.
Lo que falta por saber es si le conviene. Los últimos escándalos que asediaron a los titiriteros por el canon y posteriores desordenes de la sociedad de autores, más bien puede surtir un efecto negativo en las urnas. Son 'amistades' peligrosas que mejor es mantener alejadas. Por si acaso.
Lo único que falta es que los Bardem y compañía desempolven sus pancartas para dar ánimos al infatigable Llamazares. Se merece otra cosa mejor.
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