Si Rubalcaba fue (es) un valor perenne e inevitable en el socialismo, por algo será. Astuto, seductor, contumaz y con gran poder de convocatoria; por eso no se resigna todavía a fracasar en la batalla que le dan por perdida. Siempre fue buen vendedor de ilusiones y promesas, y ahora mismo, en su enésimo empeño de no acabar de reservista, juega con la inapreciable ventaja de que puede prometer (y promete) todo lo que le apetezca, sabiendo que no tendrá que asumirlo, a no ser que las previsiones fallen, que tampoco sería la primera vez. Por eso le es muy fácil proponer el oro y el moro, consciente de que está a cubierto. Pero como es inteligente, también sabe que es casi imposible invertir la tendencia del voto entre quienes le reprochan no haber hecho, cuando podía, lo que ahora ofrece. Carece, en suma, de la credibilidad necesaria para recuperar la confianza que dilapidó como pieza destacada del Gobierno, y el ciudadano está muy abrasado para fiarse de sus exhortaciones. Lo que pasa es que todo da muchas vueltas y él está en su derecho de no rendirse.
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2 comentarios:
Este hombre siniestro es como los villanos de las películas.
Es el menos indicado para presentarse a las elecciones..
Mucho promete, pero ha tenido años para hacer lo que ahora dice que hará. Hay que ser muy borrego para confiar en él a estas alturas de la vida..
Tiene un morro que se lo pisa.
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