Tras el murmullo de que el nuevo Gobierno podría reconsiderar la posibilidad de devolver la publicidad (o privatizar) a la televisión pública, las principales cadenas privadas no las tienen todas consigo y pretenden ahora conquistar a Rajoy para que no caiga en la tentación, por ser ellas las primeras perjudicadas. Sea o no intención de los populares el hacerlo, convendría intentarlo. Para el televidente es más grato que se emita sin anuncios, pero también le va al bolsillo, y en ese caso la comodidad es cara. Según los datos correspondientes al pasado año, el conjunto de las televisiones públicas costó a cada españolito 170 euros, que tal y como están las cosas es mucho dinero. El futuro de Televisión Española y autonómicas debe pasar por la autofinanciación, con autonomía e ingresos propios para competir con las privadas y lograr subsistir. De lo contrario tendrán que desaparecer. A papá Estado le sobran cosas más apremiantes que atender antes que sustentar instrumentos mediáticos al servicio de los políticos. Lo peor es que la solución sólo está en su mano.
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